Su vida fue la de muchos, la de todos aquellos que perdieron la guerra civil. La de exiliados en su propio país que tuvieron que huir de sus casas, de sus pueblos, de sus tierras para ir a servir a la casa de otros, a arar a los campos de otros, a vivir gracias a otros. A sobrevivir en silencio, sin hacer ruido. A luchar por comer cada día. En sus ojos está la Humanidad.